¿Por qué el 1ero de mayo es el día internacional de los trabajadores?
Recordar el día de los trabajadores es recordar que los derechos que tenemos son los que se conquistaron. Que sin organización de los trabajadores no hay victorias posibles y que muchos de los que lucharon antes que nosotros dejaron la vida para que las generaciones futuras vivan un mundo sin explotación ni injusticias.
Fue un congreso de la Segunda Internacional –la organización que nucleaba a los distintos partidos socialistas del mundo– el que en 1889 declaró que el 1ero de mayo sea recordado el día internacional de los trabajadores en homenaje a los mártires de Chicago: August Spies, George Engel, Adolf Fisher, Albert Parsons, Louis Linnue fueron obreros condenados a muerte en 1886 por luchar por sus derechos. En el mismo juicio a Samuel Fielden y a Michael Schawb los condenaron a cadena perpetua y a Oscar Neebe a 15 años de trabajo forzados.
Todos ellos, junto a otros miles de obreros estadounidenses, se habían lanzado a la huelga el primero de mayo de 1886 para reclamar por una de las principales reivindicaciones que tenía el movimiento obrero en aquel entonces: la jornada laboral de ocho horas. Al día siguiente, Spies es orador en una manifestación que es reprimida ferozmente por la policía provocando muertos y centenares de heridos. La represión hace crecer la huelga. El 4 de mayo miles de trabajadores se concentran en Haymarket, Chicago. Se producen detenciones masivas y acusan a los trabajadores ya mencionados de haber lanzado una bomba contra los policías que estaban reprimiendo la manifestación provocando nuevamente muertos y heridos.
El juicio fue una farsa donde no se pudo probar la acusación que se les realizaba. Obreros de todo el mundo expresaron su solidaridad con los trabajadores de Chicago. Pero la condena a muerte ya estaba escrita porque el objetivo era atemorizar a quienes luchaban por sus derechos. George Engel, uno de los condenados a muerte, lo resumió mejor que nadie al decir estas palabras ante el tribunal que lo mandó a la horca:
“¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonen millones, otros caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficios de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturales y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar (...) Esa es mi opinión y mi deseo, pero no combato individualmente a los capitalistas; combato al sistema que produce sus privilegios. Mi más ardiente deseo es que los trabajadores sepan quiénes son sus enemigos y quiénes sus amigos”.
El origen del mundo.
Hacía pocos años que había terminado la guerra española y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República.
Uno de los vencidos, un obrero anarquista, recién salido de la cárcel, buscaba trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros, le daban la espalda. Con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba. Por las noches, ante los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo.
Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó.
Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio.
Me lo contó: él era un niño desesperado, que quería salvar a su padre de la condenación eterna, pero el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones.
–Pero papá –preguntó Josep, llorando–. Si Dios no existe, ¿quién hizo el mundo?
Y el obrero, cabizbajo, casi en secreto, dijo:
–Tonto.
Dijo:
–Tonto. Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles.
Eduardo Galeano
Entrevista a Osvaldo Bayer conmemorando el 1° de Mayo:
Obra Sacco y Vanzetti
Organización: Profesores Paula Burela y Diego Nieri